Es la aurora de santa patata,
la aurora del pobre pa poder comer
y si algún día yo voy al cielo
verte yo quisiera, mi fiel compañera
y cantar contigo por la eternidad.

Las patatas se siembran en marzo
se escardan y acollan en el mes de abril,
se les echa un poquico de ciemo
y sale cada una como un celemín.

Y el devoto ha de tener en cuenta
que en las casas de mucha familiar
la patata es buena para repartir.

Es la aurora de santa patata,
la aurora del pobre pa poder comer
y si algún día yo voy al cielo
verte yo quisiera, mi fiel compañera
y cantar contigo por la eternidad.

El rosario de la aurora salía muchas madrugadas desde la Iglesia para recorrer las calles del pueblo e ir rezando los misterios correspondientes a la jornada y cantando las canciones propias del día. Al regresar a la iglesia se terminaba el rosario con el rezo de las Letanías a la Virgen. El rosario a veces coincidía con la misa de Alba, esa primera misa de la mañana a la que acudían labradores, pastores y menestrales que, quizás, no podían acudir por sus ocupaciones a una hora más tardía. Terminado el rosario era habitual que antes de acudir al tajo se pasaran a desayunar por algún bar o taberna abierta y tomar sus copas mañaneras de anis, moscatel o coñac, allí calentaban motores y, a veces, con el cuerpo y el ánimo ya templado seguían cantando la misma tonada del rosario matutino pero en esta ocasión con una letra más alegre, como la que nos canta magníficamente Félix Cariñanos, o aquella otra que decían los calahorranos:

El rosario de por las mañanas
es para los pobres que al campo se van,
que los ricos se quedan en la cama
y estiran la pata como un animal.

Y en lugar del sonido de la campanilla de la parroquia hacían sonar los vasos de la barra del bar.