Título: Rosario de la aurora en San Vicente de Munilla |
A la aurora tenéis en la puerta
pidiendo limosna si le queréis dar
a ayudarle a hacer una ermita
que no tiene casa donde aposentar.Es María rosa más fragante
que el lirio morado del rico jardín,
azucena, clavel encarnado,
de los que al rosario quieren acudir.Es María la que se complace
con Santo Domingo como fundador,
sus devotos cantan el rosario
todas las mañanas con gran devoción.Es María la blanca paloma,
los ángeles bellos la hicieron volar
y al decir Dios te salve, María,
se hincó de rodillas al pie del altar.Y con dulces alegrías caminas
y el santo rosario vienes a rezar,
dejarás confundido al infierno
y al fuerte enemigo, dragón infernal.San Francisco se perdió una tarde,
su madre, afligida, le andaba a buscar,
y lo encontraron en el paraíso
contando las almas que al rosario van.El rosario de por las mañanas
es para los pobres que al campo se van,
que los ricos están en la cama
por miedo al rocío, no les haga mal.Es María la caña del trigo,
San José la espiga y el Niño la flor,
el espíritu santo la riega
con los tres misterios de la encarnación.El devoto que no madrugase
a coger las rosas del santo rosal,
ganará una corona de flores,
María, la aurora, batiéndola está.El demonio te tiene agarrado,
los pies en la cama, con gran habilidad
y te dice al oído
no vayas al rosario, que otro día irás.Aurora del sol divino,
el divino sol te adora,
amor hermoso,
divina aurora,
¡Oh, Virgen del Rosario,
dadnos la gloria!
En el mes de mayo se rezaba el rosario de la aurora en la ermita de la Virgen de arriba, también llamada del Amor Hermoso. A las cinco de la mañana, el cura o el sacristán tocaban el campanillo avisando del comienzo del rosario. Jóvenes y viejos, todos se levantaban sin pereza para acudir al rosario. El primer misterio se rezaba en la iglesia, el resto por las calles de la aldea con un grupo de chicas que llevaban el pendón y el estandarte. El tiempo estaba medido, de tal manera que cuando habían terminado el recorrido por el pueblo y con la procesión entrando por la puerta de la ermita ya habían cantado la aurora, habían acabado todos los misterios y comenzaban las letanías.