San Pedro se puso a guisar un cordero y probando probando se comió la asadura. Cuando Jesucristo le preguntó dónde estaba la asadura, San Pedro le contestó que los corderos negros no tienen asadura. Desde entonces los pastores repiten a modo de broma aquello de que los corderos negros no tienen asadura.

San Pedro quería cobrar por los milagros que el Maestro y él hacían por el mundo. El santo fundador de la iglesia intentó resucitar a un muerto pero no lo consiguió, menos mal que apareció Jesucristo y le salvó del apuro. San Pedro cobró por el milagro y Jesucristo hizo el reparto de las monedas, momento que aprovechó para echarle en cara quién se había comido los chofles del cordero:

Una para Juan, otra para Pedro
y otra para el que se comió
la asadura del cordero negro.

San Pedro no tuvo más remedio que confesar que había sido él.

Bibliografía:

• Javier Asensio García, Cuentos riojanos de tradición oral, Piedra de Rayo, Logroño, 2004.
• Julio Camarena Laucirica y Maxime Chevalier, Catálogo tipológico del cuento folklórico español. Cuentos religiosos, Centro de estudios cervantinos, Alcalá de Henares, 2003.