Título: Popurrí festivo |
Y Cornago tiene cosas
que no tiene el mundo entero,
tenemos el bar Las Huellas,
el Dinos también del Choto,
nos bajamos a La Reyes,
nos echamos un chupito
y cuando vamos pa casa
ya nos vamos templadicos.
Con el ay, y más ay,
viva la calle el Bagar
y también la del Cerrillo
que es algo sensacional.
–Eche usted y eche usted y eche usted
avellanas a mi delantal,
eche usted y eche usted y eche usted.
–Allá van y allá van y allá van–.
Y son y son y son unos fanfarrones
que cuando van por la calle
van robando corazones.
Y si no se les quitan bailando
los colores a la molinera,
y si no se les quitan bailando
déjala que se pudra y se muera.
Riau, riau, riau,
los de La Rioja, los de La Rioja,
riau, riau, riau,
los de La Rioja estamos aquí,
tenemos un defecto
que no nos gusta, que no nos gusta,
tenemos un defecto
que no nos gusta el chacolí
pero el vino tinto sí.
La jota llegó a Guipúzcoa y tomó carta de naturaleza con una tonadilla festiva fácilmente reconocible en la famosa canción cuyo comienzo es
San Sebastián tiene cosas
que no tiene el mundo entero…
En las animadas calles del País Vasco y Navarra, durante el chiquiteo, y también en las tabernas y sociedades gastronómicas fueron muy habituales durante el siglo XX el canto de este tipo de jotas y otras canciones alusivas al vino que todas seguidas formaban un popurrí festivo. La Rioja no quedó al margen de esta corriente y adaptó estas canciones norteñas a su idiosincrasia local. Lo hemos visto en Ábalos donde ensalzaban sus bodegas con una tonadilla común a la de las bilbainadas.
En Cornago se enorgullecían de sus bares y de sus calles y terminaban este popurrí de canciones haciendo notar su condición de riojanos y el valor del vino tinto frente al chacolí.
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