Título: Nuño y la cueva del alambre |
En el año 1419 el abad de Valvanera, Rodrigo de Castroviejo, escribió en castellano la Historia latina de Valvanera, que es la leyenda fundacional del monasterio. La Historia es la traducción de una obra escrita originalmente en latín en el siglo XII. Algunos apuntan que Gonzalo de Berceo pudo ser su redactor.
Motivos folklóricos y novelescos adornaron el milagro de la aparición de la imagen de Valvanera en un roble junto a una fuente donde había un panal de abejas. El ladrón Nuño Oñez, natural de Montenegro de Cameros, a punto de asaltar a un humilde labriego, se arrepintió de sus crímenes y se encomendó a la Virgen María. En una ocasión, mientras rezaba, se le apareció un ángel quien le indicó que tenía que ir al Vallis venarium a buscar un roble que sobresaliese de los demás. En el roble iba a encontrar una imagen de la Virgen. Así ocurrió, acompañado de un sacerdote de Brieva de Cameros llamado Domingo y después de una dura subida por el enmarañado valle de Valvanera, encontraron la imagen. En el lugar de la aparición, Nuño y Domingo construyeron un monasterio de varones. Pero el primero decidió continuar su penitencia en soledad, un poco más arriba del río Valvanera, en la Cueva del Alambre, también llamada Cueva de Nuño.
La iglesia original se debió construir en el siglo X. El obispo Fortunio consagró una nueva iglesia en 1073 y Rodrigo, obispo de Calahorra, consagró una nueva iglesia románica el 16 de septiembre de 1183.
Según la Historia latina, cuando Nuño entró en la cueva tuvo que desalojar de ella una gran serpiente o dragón que allí habitaba. Estuvo viviendo en ella tres años alimentándose de frutos silvestres. Al morir Nuño, los compañeros del monasterio vieron un gran resplandor proveniente de la cueva. Acudieron a ella y encontraron al fundador muerto en olor de santidad. Entre todos llevaron el cadáver hasta el monasterio y al cruzar el río Valvanera las campanas comenzaron a repicar solas.
La etimología más aceptada para Valvanera es la de valle de veneros, por los veneros de agua en forma de fuentes y saltos que riegan el valle. Otro origen probable es el de valle de las venas en relación a las venas o minas de metal que abundan en la zona. De hecho, la cueva del alambre fue seguramente la oquedad de una mina de cobre de una antigua explotación minera tardorromana. En una donación del año 1366 el rey se reservó “las minas de oro, de plata e otras venas e metales” de Valvanera.
El río de Valvanera ha servido de frontera a lo largo de la historia. En el año 1016, el rey Sancho el Mayor de Navarra y el conde castellano Sancho García marcaron el límite de sus territorios “desde lo más alto de la sierra de la Cogolla al río de Valvanera y a Gramedo donde hay un mojón”. En la actualidad el río sigue siendo una divisoria: el lado del monasterio pertenece a Anguiano; el otro lado, donde está la cueva de Nuño, pertenece a Ventrosa, éste es un extenso hayedo llamado La umbría Ventrosa. Ventrosa es el primer pueblo del Alto Najerilla, antigua comarca llamada de Cinco Villas y Valle de Canales. No es mera casualidad que el límite norte de esta comarca serrana coincida con la partición que a principios del siglo XI hicieron los dos Sanchos.
Lugar mágico de Valvanera
La Historia Latina describe que cuando Nuño ascendía hacia Valvanera «no aparecía camino alguno para poder llegar adonde estaba el árbol; antes bien, se vio todo aquel paraje tan exuberante en malezas y en todo género de negras espesuras, que al más valiente infundía temor, no sólo al abrirse paso, sino el estar allí un momento.» (Alejandro Pérez Alonso, Historia de la Real Abadía de Nuestra Señora de Valvanera en La Rioja, I.E.R., Gijón, 1971, página 508).
Otros narradores refieren que cuando Nuño vio desde lejos el roble, sintió la atracción de llegar cuanto antes, pero, pese a que cada vez iba acercándose más y más, “nunca lo alcanzaba”. (Alfredo Gil del Río, Historia y antiguas leyendas de La Rioja. Enigmas de una región, Ibercaja, Zaragoza, 1977, página 334).
Se trata de un motivo folklórico muy extendido, el del bosque que impide seguir el camino, según nos explica Angelo de Gubernatis, Mitología de las plantas. Leyendas del reino vegetal. Botánica general, Ed. Olañeta. 2002, página 67).
Valvanera, terreno de osos
En la Edad Media, en el valle de Valvanera habitaban los osos. El Libro de la Montería de Alfonso X El Sabio dice que “La garganta de Valvanera es buen monte de oso en verano”. La Historia Latina también lo sugiere pues cuenta que Coloma, hermana de Nuño que acudía a visitarle, temía que en dicho valle “clavara en mí sus uñas algún oso”. (Alejandro Pérez Alonso, obra citada, página 511).
La serpiente de la cueva del alambre
Refiere la Historia Latina que cuando Nuño llegó a la cueva “halló una astuta serpiente que por disposición divina cedió el lugar al santo varón; y éste, para evitar que la serpiente al verse sin guarida, pudiera hacer daño a hombres o bestias, rogó al Señor que muriese, y súbitamente murió”. (Alejandro Pérez Alonso, obra citada, página 516).
Exvoto que representa la expulsión de la serpiente de la cueva del alambre. El cuadro estuvo en la ermita del Cristo, en Valvanera, hoy se halla ilocalizable. Fotografía: cortesía de Carlos Muntión Hernáez.
Muchos han interpretado que el desalojo de la cueva y la muerte de la serpiente representan el triunfo del cristianismo sobre el paganismo. Más de una vez los monjes benedictinos han hablado de ello en sus sermones.
Paralelos folklóricos
La narración de la penitencia de Nuño nos recuerda mucho a lo que se cuenta de Rodrigo, el último rey godo de España, que tras dejar perder su reino a manos de los musulmanes estuvo haciendo penitencia en una cueva en la que había una culebra viva. El viejo romance de La penitencia del rey don Rodrigo tiene el mismo final que lo que se narra de Nuño:
Cuando llegaron allá ya el penitente moría.
Las campanas de la iglesia todas tocan de alegría.
Unos dicen, «¿quién será?», otros dicen, «¿quién sería?»
El alma del penitente que pa los cielos camina.
La cueva del alambre hoy
Alrededor de la cueva del alambre nada nos recuerda que allí morase y muriese Nuño, solo la propia cueva, el paisaje y el evocador camino entre hayas que conduce al monasterio. El no haber sido siquiera beatificado por la iglesia ha impedido que Nuño tenga al menos una humilde ermita.
Bibliografía:
- Francisco Javier García Turza, Documentación medieval del Monasterio de Valvanera: (siglos XIV – XV), Instituto de Estudios Riojanos, Logroño, 1990.
- Alejandro Pérez Alonso, Historia de la Real Abadía de Nuestra Señora de Valvanera en La Rioja, Instituto de Estudios Riojanos, Gijón, 1971.