Riojarchivo

 

Título: Matar la vieja
Clasificación: Cancionero
Localidad: Cornago
Informantes: Teodoro Inchusta Balduz (17-3-1929) y Ceferino Moreno Jiménez (21-5-1932).
Recopilador: Javier Asensio García
Lugar y fecha de recopilación: 2 de febrero de 2002

 

La costumbre de Matar la vieja se recuerda en Cornago y se celebra todavía en Sorzano. En mitad de la Cuaresma los niños salen a pedir un obsequio por las casas del pueblo donde viven mujeres mayores. Si éstas no echan nada ya pueden prepararse: la puerta de su casa será aporreada. En Sorzano suelen echar naranjas, en Cornago echaban huevos e higos secos.

Esta costumbre es conocida en España y otros países de Europa. Por su cercanía a las dos localidades riojanas donde se celebra o ha celebrado, traemos una cita de fines del siglo XVIII localizada en Tudela. José Branet, un cura francés que vivió en la capital de La Ribera navarra entre 1797 y 1798, la describe de este modo:

«A mitad de Cuaresma los niños de la ciudad armados de garrotes y porras, corren por las calles asestando golpes redoblados en todas las puertas de las casas para buscar la mujer más vieja y acogotarla. Las mujeres de edad avanzada tienen cuidado de esconderse ese día. Cantan las letanías de la Virgen durante esta singular procesión.»

(Esteban Orta Rubio. Tudela y La Ribera de Navarra a través de los viajeros (siglos XV-XX). Edición del autor. Tudela. 1993. Página 132).

Prácticamente es lo mismo que hacían en Cornago. Los mocetes del pueblo, organizados en un descontrolado batallón infantil iban por las calles cantando:

A matar las viejas
por todo el lugar,
si no nos dan huevos
ellas caerán.

La expedición, armada de palos y porras, embriagada por una especie de euforia militar, se animaba a entonar esta canción que nos trae recuerdos de alguna murga liberal contra los carlistas:

Trompas y trompas,
firme batallón.
La camisa rota
y el tambor mayor.
Y la cartuchera
llena de cigarros
para los navarros
que fuman tabaco.

¿Qué sentido tenía matar la vieja en mitad de la cuaresma? Tras los excesos gastronómicos del carnaval, con todos esos bollos rellenos de huevos y chorizos del Jueves Lardero, venía la escasez y el ayuno. Los chiquillos, hartos de comer pescado, salían por las calles a romper la rigidez de la dieta cuaresmal.


cuaresma

En el imaginario colectivo, la Cuaresma se ha presentado durante siglos como una vieja con siete pies -que representan las siete semanas que van desde el miércoles de ceniza hasta la Semana Santa- y que lleva en sus manos una bacalada u otros pescados y un rosario penitencial. Así que en medio de una época tan poco propicia para la fiesta, los niños se rebelaban contra esa penuria gastronómica y salían a matar simbólicamente a la vieja señora y a pedir algo sustancioso que llevarse a la boca.