Título: La soledad de la Virgen |
Sentadita está la Virgen a los pies de una alameda
con dos agujitas de oro bordando paños de seda.
Por allá pasó Jesús le dijo de esta manera:
–¿Cómo no me hablas, la Virgen, cómo no me hablas, la bella?
–¡Cómo quieres que te hable tan triste y en tierra ajena!
si un hijo que yo parí sin dolores lo pariera
y ahora lo veo enclavado en una cruz de madera.
Si me lo queréis bajar os diré de qué manera
San Juan os ayudará y la bendita Magdalena
yo también os ayudaría si mis fuerzas me valieran–.
Caminemos, caminemos, caminemos pal Calvario
que por pronto que lleguemos ya le habrán crucificado.
Ya le hincaban las espinas ya le remachan los clavos
ya le daban la lanzada a su divino costado.
La sangre que le caía caía a un cáliz sagrado
y el hombre que la bebiera será bien aventurado
en este mundo será rey y en el otro coronado.
El que esta oración dijere todos los viernes del año
sacará una alma de pena y la suya de pecado.
El que la sabe no la dice el que la oye no la aprende
llegará el día del Juicio y verá lo que le acontece.
Romance religioso muy conocido entre las personas mayores de Cornago y Valdeperillo –o La Aldihuela–, pedanía del ayuntamiento cornagués. Se recita como oración.
Publicado en Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de rayo, Logroño, 2009.