Título: La serrana de La Vera III |
En el pueblo de la Olla, legua y media de Plasencia
habitaba una serrana alta, rubia y sandunguera
con una trenza de pelo que hasta las corvas le llega.
La serrana, cazadora, la cintura lleva llena
de conejos y perdices, de tortolas halagüeñas.
Cuando tiene gana de agua se sale por las riberas
cuando tiene gana de hombre se sube a las altas peñas.
Vio venir a un serranito con una carga de leña
lo ha cogido de la mano y lo lleva pa su cueva.
Es la hora de cenar y ponen una gran cena
de conejos y perdices, de tortolas halagüeñas.
–Bebe, bebe, serranito, agua de esa calavera
que es muy fácil que algún día de la tuya otro beba–
Ya se fueron a dormir: –Serrano, cierra la puerta–
y el serrano, como astuto, la ha dejado entreabierta.
Cuando la encontró dormida se ha salido para afuera
y montado en su caballo camina para su tierra.
Legua y media había andado y sin volver la cabeza
y al llegar a las dos, ojalá no la volviera,
vio venir a la serrana bramando como una fiera,
con una china en la honda que pesaba arroba y media,
se la lanzó al serrano y le rozó la montera.
–Vuelve, vuelve, serranito, a por tu capa y montera
que es de paño fino y bueno y es lástima que se pierda.
–Si es de paño fino y bueno como si fuera de seda
mis padres me darán otra y si no, me estoy sin ella.
Hasta tierras serranas de la trashumancia llega este romance propiamente extremeño, quizás a caballo de algún pastor serrano que lo trajo de su regreso de Extremadura; quizás del mismo que huyó de esa mujer fiera que habitaba en una cueva cerca de Garganta de la Olla. En esta versión aparece un motivo que no encontramos en el resto de versiones riojanas, pocas y todas circunscritas al Alto Najerilla: la serrana matadora de hombres manejaba la honda y con ella le lanzó al serrano una piedra que pesaba arroba y media. Mujer mítica, mucho más feroz que las aguerridas vaqueras y serranillas que tan bien describió el Arcipreste de Hita en su Libro de Buen Amor.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.