Título: La pobre Adela III |
Calle Vara de Rey, la pasarela,
habitaba una niña llamada Adela
que por amores de Juan ha caído enferma
porque Juan ha jurado que la quería
y a su amiga Dolores la pretendía.
–¿Qué te pasa, Juan, que estás tan triste
que no me hablas?
Pues si quieres a otra pues me lo dices.
–Sí quiero a otra
que mis ojos han visto que es más hermosa–.
–¡Madre, qué rica noche, cuántas estrellas!
Ábreme la ventana que quiero verlas.
–La ventana no te le abro que estás enferma
y el rocío de la noche dañarte pueda.
–Madre, cierra la puerta y ven a mi lado
que antes de morir quiero darte un encargo.
Si viene Juan a verme después de muerta
no lo dejes pasar desde esta puerta.
Si vienen mis amigas
que entren todas menos Dolores
a ponerme en la caja cintas y flores.
Si no, que entre Dolores que la perdono
que ella no ha sido causa de mi abandono–.
A las cuatro de la tarde pasa un intierro
Juan, que estaba en la puerta, se metió dentro
sacó un retrato fue y lo besó
delante de su padre fue y la lloró.
–Adiós, Adela mía
nunca creía que te morías–.
Al cementerio la acompañó.
Una niña se ha muerto de mal de amores
la culpa la han tenido Juan y Dolores.
Cuando los herederos en la colecta de romances de don Ramón Menéndez Pidal iban preguntando por los pueblos de España por los viejos romances patrimoniales hispanos se encontraron que la tradición había incorporado a su bagage una canción que había compuesto un hermano de don Ramón, Juan Menéndez Pidal. Y vivía, como los romances, en variantes.
Un buen ejemplo de ello es esta versión de La pobre Adela o Lux Aeterna que el imaginario del barrio logroñés de Yagüe había acercado su argumento hasta la capital riojana. En la calle Vara de Rey, junto a la pasarela que cruzaba la vía del tren en lo que hoy es la Gran Vía logroñesa, vivió la pobre Adela que fue abandonada por su novio. Así lo imaginaron y cantaron aunque el poema inicial no dijera eso.
Calle Vara de Rey, la pasarela, la pasarela…
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.