Título: La loba parda VI |
La vida de los pastores es una vida mortal
lo primero van a misa y lo segundo a almorzar
lo tercero echan el taco y las ovejas, ¡buenas van!
la que no se coma el lobo al corral acudirá.
Estando en la mía choza pintando la mía gaya
salieron siete lobitos por una oscura cañada.
Bajaron echando suertes a ver a cuál le tocaba
y le tocó a una loba roya entre negra y patiblanca.
La primera vuelta que dio no le pudo sacar nada
y la segunda que dio la mejor oveja blanca
hija de la oveja negra nieta de la oveja parda
la que guardan los pastores para celebrar la Pascua.
Al darse cuenta los pastores de que falta la primala
les ofrecen a los perros cena doblada.
–Si la oveja traís sana y buena como estaba
esta noche os daré cena doblada–.
Los perros que oyeron eso los dientes se vuelven agua
siete leguas al contorno dieron vista a la cañada
y estaban los siete lobos comiéndose la primala.
–Toma, cachorro, tu oveja sana y buena como estaba.
–No queremos la oveja de tus dientes baboseada
lo que queremos es tu piel pal pastor pa una zamarra
las patas para correas los dientes para coser
la cabeza pa un zurrón para meter las cucharas–.
“Sí, porque antes usaban los punzones de hueso como agujas para coser”.
Lo aprendió de su abuelo, Gorgonio Cintora Marín, tío Pepe, de Agreda (Soria). Los primeros versos pertenecen a un romancillo rústico titulado Los mandamientos del pastor.
Publicado en el libro de Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.