Título: La doncella guerrera III |
(En Sevilla a un sevillano la desgracia le dio Dios
de siete hijas que tuvo que ninguna fue varón),
un día a la más pequeña le tocó la inclinación
de ir a servirle al rey vestidita de varón.
–Hija, no vayas, no vayas, que te van a conocer,
llevas el pelito largo y carita de mujer.
–Padre, si es por el pelito yo me lo recortaré
y con el pelo cortado un varón pareceré–.
Siete años peleando y nadie la conoció
hasta que el hijo del rey de ella ya se enamoró,
al subir las escaleras la espada se le cayó
y al decir bendito sea en el pie se la clavó.
…
que los ojos de Olivero son de mujer natural.
–Si los ojos de Olivero son de mujer natural
lo convidas esta tarde un ratito a pasear
y si Olivero es mujer no te querrá acompañar–.
–Buenas tardes, Olivero. –Buenas tardes, majestad,
te convido esta tarde un ratito a pasear.
–Aceptado, señor conde, por su buena voluntad–.
…
y los ojos de Olivero son de mujer natural.
–Si los ojos de Olivero son de mujer natural,
lo convidas esta tarde un ratito a bañar
y si Olivero es mujer no te querrá acompañar.
–¿Me acompañas esta tarde un ratito a bañar?–.
Y Olivero le acompaña como el mejor militar.
…
–Buenas tardes, Olivero. –Buenas tardes, majestad.
–Te convido esta tarde un ratito a descansar.
–Aceptado, señor conde, por su buena voluntad–.
Ya se han metido a la cama y Olivero a llorar.
–¿Por qué lloras, Olivero? –Porque tengo que llorar,
que me han dado telegrama que mi padre está muy mal,
deme la licencia, conde, que me tengo que marchar.
–La licencia no te doy, mi padre te la dará.
–Deme la licencia, rey, que me tengo que marchar,
que ocho años le ha servido esta condesita real.
Abundan en La Rioja versiones de La doncella guerrera del tipo vulgata que suelen empezar con los versos de «En Sevilla a un sevillano la desgracia le dio Dios». Más difícil de encontrar son las versiones arcaicas en las que a la guerra que se pregona por España un noble no puede responder a la llamada del rey de enviar hijo varón porque su mujer ha parido siete hembras. Estas versiones suelen ser mucho más largas que la moderna de la que venimos hablando y, en ocasiones, tiene como protagonista a una mujer que se hace llamar Olivero. Completa esta versión arcaica un diálogo continuo del noble enamorado con su madre, del tipo «Amores me matan, madre, amores me han de matar, que los ojos de Oliveros son de mujer natural.»
La versión que nos canta Victoria, algo fragmentaria por olvido, es mixta. Los primeros versos son los conocidos de la versión vulgata. Sin embargo, cuando el hijo del rey se enamora de esta mujer soldado, Victoria cambia de melodía, señal inequívoca de que estamos ante una versión diferente. En ese momento comienzan los versos del diálogo del hijo del rey con su madre y las ideas que ésta le da de que la vaya invitando a pasear, a bañar y a acostarse con él.
Bonifacio Gil en sus trabajos recopilatorios de la mitad del siglo pasado no halló en La Rioja ninguna referencia a las versiones arcaicas de este romance y menciona que Oliveros, frecuentemente citado en los romances de Santander, no aparecía en los de nuestra tierra. La labor recopilatoria que hemos llevado a cabo años más tarde nos ha traído a Oliveros al primer plano del protagonismo romancístico.
Bibliografía:
- Bonifacio Gil García, Cancionero Popular de La Rioja, Edición del C.S.I.C. y de la CCAA de La Rioja. Barcelona. 1987.
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2009.