Título: La boda estorbada XVI |
Ya se marcha don Belarte ya se marcha ya se va
ya ha puesto el pie en el estribo la silla para montar.
–Si a los siete años no vengo, Isabel, te pues casar–.
Ni a los siete ni a los ocho Belarte no viene ya.
Un día estando comiendo su padre le empezó a hablar:
–¿Cómo no te casas, hija, o te tratas de casar?
–¡Cómo me he de casar, padre, si Belarte vivo está!
–¿O qué cartas te ha escrito o billetes recibido?
–Eso no lo sé por cartas ni billetes recibido
lo sé por mi corazón que soñando me lo ha dicho.
Tan sólo le pido, padre, que me compre usté un vestido
no se lo pido de seda ni tampoco de oro fino
se lo pido de sayal de esos que llevan zurcidos
para que no me conozcan los que mi pan han comido–.
De noche por las arañas de día por los caminos
ya ha andado siete leguas se ha encontrado a un vaquerillo.
–Vaquerillo, vaquerillo, tú me dirás la verdad.
–Sí señora, se la digo si me sabe preguntar.
–¿De quién son estas vaquillas todas la misma señal?
–Son de Belarte, señora, mañana se va a casar
ya tiene las carnes muertas y el vino puesto a enfriar.
–Vaquerillo, vaquerillo, tú me podrás enseñar.
–Enseñarle no, señora, que las vacas se me van.
–Si las vacas se le fuesen yo las iría a buscar–.
–De aquellos tres palacios el que relumbra el que más–.
Calle arriba, calle abajo, con la puerta vino a dar.
–¡Ave María! –¿Quién llama? –Imploran la caridad–.
–Más abajo, más abajo, más abajo le darán.
–¡Ave María! –¿Quién llama? –Imploran la caridad–.
–Más arriba, más arriba, más arriba le darán–.
Ni más abajo ni más arriba no imploran la caridad
y a eso sale don Belarte y un centimito le da.
–¡Oh, qué limosna tan pobre para un palacio real!
En casa del rey, sus padres, onzas de oro suelen dar.
–¿De dónde es esta señora tan descortés para hablar?
–Soy de La Alta Real, señor, sin poderlo yo negar.
–Si de La Alta Real es usté me podrá desengañar
si se casa la hija (d)el rey o se trata de casar.
–Ni se casa la hija (d)el rey ni se trata de casar
que en estos mismos momentos hablando con usté está–.
Al oír esas palabras Belarte cayó página’atrás.
–Levántate de ahí, Belarte, no te debes desmayar
que este es el don que me diste la noche de Navidad
y estos son los dulce anillos que me diste pa esposar–.
Ni con agua ni con vino no lo hacían levantar
sólo con palabras dulces que su esposita le da.
–Mis criados, mis criadas, llevármelo a pasear
por la puerta de la otra que ella os preguntará–.
–¿De dónde es esta señora que lleváis a pasear?
–Es la mujer de Belarte que le ha venido a buscar.
–¡Malditas son las mujeres que en busca los hombres van!
–Yo busco a mi maridito nada buscaba de más–.
Magnífica versión de esta Boda estorbada que muchas mujeres de Villarroya conocían y aún conocen y que cinco de ellas fueron capaces de cantar al unísono como lo hacían en su juventud.
Publicado en:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.