El sonido potente del acordeón, que conjuga melodía, acordes y bajos en manos de los buenos intérpretes, se acopló a las rondas nocturnas de los mozos, sustituyendo en muchos casos a los instrumentos de cuerda.

Pacorro es desde hace muchos años el “músico” de Nieva. Toca el órgano en la iglesia y en sus ratos de solaz recrea las jotas que aprendió de niño cuando acompañaba las rondas de los mozos de su pueblo y otras canciones tradicionales. También toca el repertorio de moda de hace unas décadas, canciones populares como el baile de la escoba, las melodías de la orquestina de Oyón y las que llevaron al pueblo unos animosos frailes salesianos.

Sale la ronda a la calle
con mucha formalidad,
nadie se meta con ella
que ella no se meterá.

Una rubia me dio el sí
y una morenita el no,
la del sí quería ella,
la del no quería yo.

Y asómate a esa ventana
y verás el resplandor,
que tu carita relumbra
más que la luna y el sol.

Asómate a la ventana,
cara de limón podrido
que pareces a mi gallo
cuando está descolorido.