Título: El Conde Niño XVI |
Paseaba el conde Olino mañanita de San Juan
a darle agua a sus caballos a las orillas del mar.
Mientras su caballo bebe cantó un hermoso cantar
las aves que iban volando se pararon a escuchar.
–Bebe, mi caballo, bebe, Dios te libre de este mal
de los vientos de la tierra y de las furias del mar–.
Desde la torre más alta la reina lo oyó cantar.
–Mira, hija, cómo canta la sirenita del mar.
–Madre, no es la sirena ni tampoco el serenal
que es la voz del conde Olino que por mí velando está.
–Si es la voz del conde Olino lo mandaremos matar
que lo maten a puñales y echen su cuerpo a la mar.
–¡Ay, tío lo que me pasa no lo puedo remediar!
Que han matado al conde Olino y su cuerpo está en la mar
no han de pasar cuatro días sin que yo vaya detrás–.
Ya va uno, ya van dos, la niña enfermita está
ya van tres y ya van cuatro ya la llevan a enterrar
por ser hija de Luis conde la entierran en el altar.
En La Rioja aparecen muy buenas versiones del romance del Conde Niño. En este caso con un final trunco ya que termina con el entierro de la princesa, no con las transfiguraciones de las almas de los amantes, lo habitual en la mayoría de versiones. Por el contrario, contiene un añadido muy antiguo, los versos que transcurren entre la muerte del conde y la muerte de la niña, ocasión que ésta aprovecha para hablarle de amores a su tío. Se trata de los versos del viejo romance de La enamorada de un muerto.
Bibliografía:
- Diego Catalán Menéndez-Pidal, Por campos del romancero: Estudios sobre la tradición oral moderna, Gredos, Madrid, 1970.