Título: El Conde Niño V |
Marcelino madrugaba la mañana de San Juan
a dar agua a su caballo a las orillas del mar
la hija del rey y la reina salían a pasear.
–Mira, hija, qué bien canta, la serenita en la mar.
–Madre, no es la serenilla, ni tampoco el serenar
que es el conde Marcelino que a mí me viene a buscar.
–Si lo supiera de cierto lo mandaría matar.
–Si usté lo manda matar mándeme usted a enterrar–.
Manda guardias al castillo y bombas a la ciudad
y al rey conde Marcelino de puñaladas le dan.
A eso de los ocho días la hija del rey mala está
y a eso de los nueve días la llevaban a enterrar.
él, como era rey conde, lo entierran en pie de altar
ella, como hija de reina, un poquito más atrás.
De ella salió una naranja de él un rico naranjal
todos los viernes del año lo tenían que regar
para dos que se dejaron se lo han dejado secar.
De allá salió una paloma de allá un rico gavilán
todos los viernes del año a la mesa del rey va
la reina, por envidiosa, lo ha mandado matar
por las tapias del castillo lo ha mandado tirar.
De allá salió una ermita de allá un rico pie de altar
donde los ciegos y mancos todos van allí a curar
la reina, por su desgracia, de un ojito mala está.
–Ermita, si tú me curas te mandaría adorar
pero como no me cures te mandaré derribar.
–Si de un ojito está ciega de los dos a recegar
para dos que se quisieron no los dejaste gozar–.
Publicado en el libro de Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.