Marzo, marzueco. Estaba terminando ya el mes y estaba un pastorcito, porque llovía mucho, y, claro, el ganao… y dice:

–Marzo, marzueco,
me cago en tu rabo hueco.

–Pastorcito enrramarrado,
no te dé cuidado,
que tres que me faltan a mí
y tres que me preste mi amigo abril,
yo te lo sabré decir.

Y luego le decía:

–Marzo, marzueco,
déjame siquiera uno para marueco.

Porque lo dejó debaj’un caldero, si no, se queda sin cordero.

Bibliografía:

• Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.
• Julio Camarena Laucirica y Maxime Chevalier, Catálogo tipológico del cuento folklórico español. Cuentos de animales, Gredos, Madrid, 1997