Título: Cantos por Santa Águeda en Treviana |
Hasta no hace muchos años, mientras había juventud suficiente en Treviana, el día de San Blas los mozos salían a pedir por las calles para invitar a las mozas a una merienda; dos días más tarde, el 5 de febrero, Santa Águeda, las mozas se convertían en protagonistas pues salían con los mozos a pedir y eran ellas las que les invitaban a merendar.
Antes de la merienda, mozos y mozas pedían chorizos, huevos, vino, dinero. Y lo hacían de la mejor manera que podían: cantando por las calles del pueblo y haciendo sonar panderetas y castañuelas. Entre las mozas había una que llevaba una muñeca que representaba a la santa y a la que hacía bailar al ritmo de las canciones petitorias.
Parece que te estoy viendo
bajar por las escaleras
con un chorizo en la mano
que te lo fío de veras.Si te se apaga el cigarro
no lo vuelvas a encender
si no te quiere la novia
no la vuelvas a querer.A estos dos recién casaditos
Dios les dé buena fortuna
que a eso de los nueve meses
tengan un niño en la cuna.Esta casa sí que es casa,
casa de buenas paredes
donde está el oro y la plata
y el honor de las mujeres.Esta casa está pintada,
pintada de yeso blanco
donde está la buena gente
y los billetes de banco.Allá va la despedida
la que a nadie la he echado
ninguna se la merece
sólo tú, clavel dorado.
La salida de mozos, mozas o monaguillos a pedir el cinco de febrero con una imagen o muñeca que representa a la santa tiene más enjundia etnográfica de lo que parece a primera vista.
Hasta finales del siglo XVIII era costumbre sacar la imagen de la santa en procesión. Para entonces Santa Águeda ya era patrona de mozas o mujeres y en algunos casos de mozos, quintos o monaguillos. Cualquiera de estos colectivos aprovechaba la procesión religiosa en la que se sacaba la imagen de la santa para acompañar con sus cánticos la procesión, cantos que eran, a la vez, peticiones de dinero.
Los obispos intervinieron para atajar algo que consideraban como un desorden. Así, el obispo de Pamplona que visitó Oyón en el año 1790 declaró que:
Habiendo llegado a entender, no con poco dolor de nuestro corazón, las graves irreverencias y desórdenes que se ejecutan en el Santo templo de Dios, por la inconsideración de los mozos que vestidos de sobrepelliz se entremeten a ejercer el oficio de acólitos, no solo en la Nochebuena al tiempo de la misa del gallo, sino también el día de la gloriosa Santa Águeda durante la misa solemne que por encargo mío ante el Cabildo, y desacatos la tarde del día de la Santa, con motivo de llevar su imagen en procesión por las calles con guitarras… mandamos al vicario, beneficiados y demás presbítero de esta villa, que… no celebren ni permitan celebrar en adelante el día de Santa Águeda, ni en otro alguno la misa que hasta aquí se ha acostumbrado decir y a la que han concurrido los mozos en la forma que va expresada; y prohibiendo como prohibimos la procesión del día de la Santa, mandamos bajo la misma pena a dichos eclesiásticos que por consiguiente no consientan de modo alguno se saque su imagen, ni que en su presencia hagan los mozos en aquel día con pretexto de devociones acto alguno que no sea puramente religioso y honesto; … y por cuanto debemos temer, que la poca reflexión de la gente moza, no sabrá contenerse sin repetir los excesos que pretendemos evitar, exhortamos afectuosamente y rogamos al alcalde y regidores de este pueblo, contribuir con cristianismo celo a que se observen con exactitud estas nuestras providencias, …
(Manuel González Pastor, Escándalos y prohibiciones en la villa de Oyón en Berberana, revista de información de Rioja Alavesa, nº 169, enero 2011, página 34).
Esta prohibiciones se aplicaron de inmediato pues las procesiones con la imagen de la santa desaparecieron en los siglos XIX y XX. Pero una vez más, y gracias a esa poca reflexión de la gente moza, la tradición venció a la prohibición y si el mocerío no podía salir en procesión con la imagen que se guardaba en un altar, ni con el cura, sacristán, autoridades y todo el pueblo, no por ello iban a dejar de merendar, ni iban a dejar de pedir por las calles, ni a dejar de cantar. Es más, tampoco iban a olvidarse de su querida Águeda: con una imagen más pequeña que váyase a saber cómo se la agenciaron en cada lugar, o con una simple muñeca que representaba a la santa, siguieron organizando su particular procesión.
Así se explica cómo en muchos pueblos de La Rioja mozas, mozos, quintos o monaguillos salían a rondar por las calles con una imagen de la santa: En Cornago y Albelda eran los monaguillos, en Arenzana de Abajo los quintos, en Camprovín, Zorraquín y Casalarreina los mozos. En Villarroya eran las mozas las que sacaban la imagen de la santa.
Muñecas suplantan a las imágenes de la santa en varios pueblos. En Azofra llevaba la muñeca el quinto más viejo. En Fonzaleche niños y niñas, cada uno por un sitio, cantaban por las calles llevando una muñeca en el brazo. En Treviana, como hemos dicho, mozos y mozas llevaban a la muñeca y la hacían bailar al son de sus cantos postulatorios.