Título: A la una andaba la mula |
A la una, andaba la mula
a las dos, el par de coz
a las tres, los tres brinquitos de San Andrés
a las cuatro, buen salto
a las cinco, mayor blinco
a las seis, toca la mano el almirez
a las siete, planto mi garrapichete
a las ocho, dejo mi corcho
a las nueve, pinga la bota y bebe
a las diez, beberemos otra vez
a las once, llama a la tia Conce
a las doce, respondió
a las trece, bajó a abrir
y a las catorce, corre la zorra pol monte.
Los correcalles infantiles, generalmente de niños varones, eran acompañados con varias poesías formulísticas que venían indicando qué hacer en cada momento, desde el comienzo en el que saltaban sobre un niño agachado hasta el final en el que al grito de “corre la zorra pol monte” la cuadrilla se disolvía y echaba a correr para que el último que llegase a un punto se la “quedara”: tenía que agacharse y así empezar el juego otra vez.