Título: El niño resucitado |
Una señora de Cádiz no tenía más que un hijo,
al cual se lo llevó Dios a su santo paraíso,
todos los viernes del año el niño estrena un vestido
de tafetán encarnado y sus colores tafidos,
ya le dice la criada: –Señora, entierre usted al niño
que me han olido sus carnes peor que a perros podridos.
–Si a ti te han olido así a mí me han olido a lirio
y por eso me encaro delante de un Santo Cristo:
¡Santo Cristo de mi vida, resucítame a mi hijo!
Y si me lo resucitas te daré lo prometido:
una lámpara de plata para alumbrar al Dios mío–.
Y a eso de la media hora el niño se ha sonreído
diciendo: –Vámonos, madre, a cumplir lo prometido–.
La madre se metió monja, el niño padre francisco
para consagrar la hostia delante de un Santo Cristo.
En el mapa de distribución del romancero, éste, de tipo vulgar o nuevo, se circunscribe a algunas provincias de Andalucía y Albacete. Como ya hemos señalado en un artículo reciente, la aparición en La Rioja de esta versión no deja de ser sorprendente porque en todo el espacio geográfico que separa La Rioja de Andalucía no hay ningún testimonio más de su presencia.
Bibliografía:
- Flor Salazar, El romancero vulgar y nuevo, Fundación Ramón Menéndez Pidal – Universidad Complutense, Madrid, 1999.