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Título: Y se lo volví a pedir |
De nuevo, tras la comida y la bebida, hombres y mujeres de romería en Valvanera se animan a cantar coplas atrevidas.
Y se lo volví a pedir
a la orilla de un ribazo
y no me lo quiso dar
y la jodí de un peñazo.
Este cancionero obsceno fue para autores ilustrados de otros tiempos una seña de identidad del mocerío riojano que no dudaron criticar. Así se expresaba el escritor calceatense Julio Santa María en 1908:
«Terminado el trabajo cenan y van a la taberna, y allí se juega, y allí se organizan las rondas que salen cantando, paran en otras tabernas para volver a la primera y continuar rondando hasta la madrugada. Yo soy apasionado por todo lo de mi tierra y he hallado una poesía natural, fuerte y vivida en esas rondas de juventud, que el amor guía cantando alegres cantares; pero en casi todos los pueblos hay que rendirse a la realidad. No se oye aquella juventud que cruzaba delante de la casa de Fausto, cantando la vida: son rondas de sátiros zafios, que desconocen la delicadeza del amante y buscan la gracia en la grosería. En algunos pueblos no pueden ni deben escucharse los cantares de los mozos. En ellos hay ataques a la religión y a la moral, insultos personales y torpes crudezas. No podemos presentar los riojanos un folk lore culto y noble. La jota se prostituye en las rondas.»
(Julio Santa María, Rioja Ilustrada, Logroño, 3 de agosto de 1908; ed. facsímil en 1993 del I.E.R. y Ayuntamiento de Logroño).
Afortunadamente, no eran solo este tipo de obscenidades lo que se escuchaba en los pueblos.
Bibliografía:
Alberto Vidal, Alegrías riojanas, editorial Piedra de Rayo, Logroño, 2005.