Título: La hermana cautiva III |
Una tarde de verano pasé por la morería
y vi lavar a una mora al pie de una fuente fría.
–Quítate de ahí, mora bella, quítate de ahí, moralina
que va a beber mi caballo agua de esa cristalina.
–Yo no soy ninguna mora que soy cristiana y cautiva
me cautivaron los moros cuando yo era pequeñita.
–Si quieres venir a España. –Yo de buena gana iría
los pañuelos que yo lavo, ¿dónde yo los llevaría?
–Los de seda y los de holanda conmigo los llevaría
y todos los demás de hilo la corriente llevaría–.
Pasan montes y más montes pasan montes y montañas
y al pasar por la frontera la morita suspiraba.
–¿Por qué suspiras, morita, por qué suspiras, cristiana?
–¡Cómo no voy a suspirar si estoy viendo a mis hermanas!–.
–Abre la puerta, mi madre, ventanas y celosías
que en vez de traerte una mora traigo a una hermana mía
que aquí te traigo al tesoro que llorabas noche y día.
–A mí, madre, los moritos a mí mucho me querían
me tenían pa cuidar los pavos y las gallinas.
Madre, les vas a escribir a los moros una carta
y en las señas les pondrás cortijo de Casablanca–.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.