Título: La bastarda y el segador IV |
El testimonio del informante es muy clarificador: el romance lo aprendió de la tía Quica, siendo niño y en época de siega. Los mozos del pueblo también se atrevían a cantarla «porque era un poco picantona». Y es que este romance era conocido en la España cerealística como canto de siega y también como canto atrevido de hombres.
El conde de Villaverde tiene una hija muy guapa
que la quiere meter monja y ella quiere ser casada.
La meten en un convento de las monjas encerradas.
La mañana de San Juan se asoman a la ventana
pasaban tres segadores de segar trigo y cebada
y de los tres segadores el de el medio le gustaba.
–Oiga usted, buen segador, ¿quiere segar mi cebada?
–Oiga usted, buena señora, ¿dónde la tiene sembrada?
–Ni está en alto ni está en bajo ni tampoco en tierra llana
la tengo en un vallecico debajo de mis enaguas.
–Oiga usted, buena señora, para mí no está sembrada
es pa condes y marqueses que tienen la hoz muy larga–.
“En vez de decir la hoz decían otra cosa. –¿Qué cosa? –Que tienen la chorra larga. Cualquiera se subía, ¡en aquella época!, baja el conde Villaverde y te corta el cuello”.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.