Título: La boda estorbada V |
¡Qué triste está la condesa que no cesa de llorar
porque llevan a don Baldo de capitán general!
–Si a los ocho años no he vuelto te tratarás de casar–.
Los ocho ya van cumplidos y para los nueve van.
–Échenme la bendición que yo me lo iré a buscar.
–La bendición de Dios Padre,
la bendición de Dios Hijo y la de la Trinidad.
por donde quiera que vayas no te ha (d)e faltar caridad–.
Andando por un camino con un paje se dio hallar.
–Dime, dime, pajecito, dime, dime la verdad,
¿de quién son estos cerditos que tú tienes a guardar?
–De don Baldo son, señora, que vino y no volvió más–.
Andando más adelante otro paje se dio hallar.
–Dime, dime, pajecito, dime, dime la verdad
¿de quién son estos caballos que tú tienes a guardar?
–De don Baldo son, señora, que vino y no volvió más–.
Andando más adelante otro paje se dio hallar.
–Dime, dime, pajecito, dime, dime la verdad
no te lo quiero de balde que te lo voy a pagar
si se ha casado don Baldo o se trata de casar.
–No se ha casado, señora, pero trata de casar
según tengo entendido
hoy han ido por el vino mañana amasan el pan
y al otro día siguiente don Baldo se casará.
–¿A dónde vive don Baldo en qué villa o qué ciudad?
–Aquella torre más alta aquella que relumbra más–.
Tres vueltas le dio al palacio otras tres a la ciudad
y a las tres vueltas primeras con don Baldo se dio hallar.
–Por Dios le pido, buen hombre, por Dios y por caridad
que me dé una limosnita que Dios se lo pagará–.
Echó mano a su bolsillo y un real de a ocho le da.
–Para ser tal caballero, ¡qué poca limosna da!
–¡Qué mala es la peregrina qué mala es de contentar!
–Señor, en casa mis padres seis ochavos suelen dar.
–¿De dónde es la peregrina de qué villa o qué ciudad?
–De Sevilla soy, señor, de tres leguas más acá.
–Dime, dime, peregrina, dime, dime la verdad
si se ha casao la condesa o se trata de casar.
–No se ha casado, señor, ni se trata de casar
que según tengo entendido delante su vista está–.
Y don Baldo a todo esto desmayado cayó atrás.
“Ella que vio el estado en el que estaba don Baldo ha mandado a sus criados que traigan agua corriendo pa despertar a don Baldo. No lo puen volver en sí ni con agua ni con vino ni con vino ni con agua”.
A esto que volvió en sí le ha empezado a preguntar.
–Ahora mírame a la cara y me verás el lunar.
–No te lo niego, mujer, no te lo puedo negar.
–Ahora mírame al anillo que me diste por señal.
–No te lo niego, mujer, no te lo puedo negar–.
La ha agarrado de la mano la ha llevado a su palacio
ha mandado a sus criados que le suban la escalera.
“Y él arriba la recibió y le decía:”
–Suba, suba mi esposita mi esposita de verdad
que mi esposita segunda ya nos puede perdonar–.
“Se conoce que la subió arriba y luego le dijo a la otra que los perdonara, que era su novia de antes”.
Publicado en el libro de Javier Asensio García, Romancero de la sierra riojana, edición del autor, Logroño, 1999.
También figura publicado en el libro de Javier Asensio García,
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