Título: El castillo de la Virgen |
En el Cancionero de romances de 1547 se publicó entre otros uno titulado Rosaflorida cuyos primeros versos decían así:
En Castilla está un castillo, que se llama Roca Frida:
al castillo llaman Roca, y a la fonte llaman Frida.
El pie tenía de oro, y almenas de plata fina;
entre almena y almena está una piedra zafira:
tanto relumbra de noche como el sol a mediodía.
Dentro estaba una doncella que llaman Rosaflorida.
Siete condes la demandan, tres duques de Lombardía;
a todos les desdeñaba, tanta es su lozanía…
Ya en aquel siglo XVI hubo poetas que trocaron a lo divino varios romances que andaban en boca del pueblo, tal fue el caso de este Castillo de la Virgen. El autor supo conjugar el maravilloso castillo de Rocaflorida con la idea de que la casa de la Virgen en el cielo debía ser, igualmente, un lugar tan maravilloso que no pudo ser levantado por “carpinteros ni hombres de carpintería” sino solo por “Dios del cielo para la Virgen María”.
Allá arriba hay una ermita de las más altas que había,
no la han hecho carpinteros ni hombres de carpintería,
que la ha hecho Dios del cielo para la Virgen María.
Las ventanas eran de oro, las rejas de plata fina
debajito hay un rosal que está la Virgen María
con un niñito en sus brazos y el Niño llorar quería.