Título: Bailando con brujas |
Los hechos que cuenta Valentín son ciertos, tanto como falsas eran las brujas que hacían bailar a los hombres y a las ovejas de Valdemadera por la noche. El padre del informante tenía en su mente la luz de la razón, que negaba la creencia en las brujas; pero otros vecinos vivían atemorizados por esas mujeres malignas que aojaban a los animales y a las personas y los hacían bailar por la noche en un aquelarre diabólico. El padre de Valentín se ofreció a ayudarles: tranquilos –les dijo– esta noche voy a dormir con vosotros y ya veréis cómo no vienen las brujas.
En la cama se metieron los tres hombres temerosos –los que a la postre se descubrió que eran “frágiles de mentalidad” por mucho que una adivina de Logroño les reafirmara su falsa creencia–, el padre de Valentín, que no creía en las brujas, se acostó con ellos en el borde de la cama, en primera línea de fuego para cuando llegasen las brujas. A la mañana siguiente, los que habían dormido con él –que habían estado bailando en sus pesadillas nocturnas– le preguntaron al padre de Valentín si había dormido y éste les dijo que sí, les llamó tontos y les quitó ese miedo obsesivo.
Otros vecinos optaban por seguir los dictados de la fe y frente al poder maligno de las mujeres que aojaban a personas y animales se encomendaban al Santo Cristo de Ambas Aguas, en cuya ermita un sacerdote conjuraba los males provocados por las brujas.
Bibliografía:
- Javier Asensio García, «El Santo Cristo de Ambas Aguas» en Piedra de Rayo, nº 8, 2003 (Ejemplar dedicado a la brujería en La Rioja), págs. 22-35.