Título: El criado vende los aparejos del burro |
Una fría mañana de noviembre en la que la niebla del valle del Ebro subía hasta el bello pueblo de Cellorigo, llamado El balcón de La Rioja, Antonio y Gloria me atendieron muy bien, con un vaso de vino sobre le mesa mientras Gloria atizaba la lumbre de la chimenea con un fuelle que se deja oír en la grabación. Antonio me contó este gracioso cuento de un hombre rico que bajó a Haro con su criado, el desenlace final del cuento es un diálogo de preguntas con respuestas en rima.
«Iban de aquí el rico y el criao a Haro con dos mulas. Llegan a la posada y dejan las mulas en la posada, el criao se tenía que quedar con las mulas y el rico iba a sus negocios. Y apareció allí, en la posada, el rico, cuando ya había comido, que estaba con la tripa llena. Y el criao, según el rico, no había comido, pero había comido, porque había vendido la albarda y los estribos en una pastelería y con lo que había sacao había comido. Y le dice el rico:
–¡Aaahhh! –como de lleno–, ¡buen ponchel! –como riéndose dél–.
Y le dice el criao:
–Y yo también.
Y le dice el rico:
–¿Y el cunquivus? –se refería al dinero con el que había pagado–.
Y le dice el criao:
–La albarda y los estribos.
–¿Y para montar?
–A la pastelería a pagar.
Total, que si quería recuperar la albarda y los estribos el amo, tenía que ir a la pastelería a pagar para llevarse los estribos y la albarda.»