Título: Oración contra las tormentas |
Santa Bárbara y San Bartolomé han sido los santos más encomendados cuando una tormenta amenazaba descargar su ira. Su culto viene de muy antiguo. Sorprendió al propio García Lorca la devoción que observaba en el campesinado español, devoción por la que sentía respeto y aprecio. En La casa de Bernarda Alba, Adela le pregunta a su madre:
-Madre, ¿por qué cuando se corre una estrella o luce un relámpago se dice Santa Bárbara bendita que en el cielo estás escrita con papel y agua bendita?
Bernarda: -Los antiguos sabían muchas cosas que hemos olvidado-.
En el año 1746 el concejo de Lagunilla de Jubera pagaba con catorce fanegas de trigo anuales al capellán de la parroquia, don Miguel Ibáñez, «por repartimiento entre sus vecinos, por el trabajo de ir a conjurar a la Hermita de Santa Bárbara a distancia de un cuarto de legua cuando viene alguna tempestad».
San Bartolomé apóstol es representado con un cuchillo en la mano ya que, según la tradición, fue desollado vivo, también por ello es patrón de los curtidores. Y también es el patrón de Tricio, cuya imagen sacan en procesión el 24 de agosto «para que, como dicen, con su cuchillo corte el agua de las tormentas».
El evangelio de San Juan representa a Bartolomé -Natanael- como un hombre puro en busca de Cristo. La tradición ha adornado el escueto encuentro de ambos con bellas imágenes apócrifas: Como Bartolomé buscaba el cielo y Cristo vio que se trataba de un alma buena, Él mismo le concede el poder sobre el firmamento, no de una forma metafórica sino física pues controla las nubes y los fenómenos atmosféricos a su criterio; éste es el sentido de las palabras que el pueblo y el rodar de los siglos ha puesto en boca de Cristo: «Bartolomé, allí donde seas nombrado no caerá piedra ni rayo….» Se trata de una oración antigua, muy arraigada y extendida en el mundo hispano, que vive en bellas variantes poéticas. La versión que rezan Teresa y Adela tiene la originalidad de incluir en una sola plegaria la invocación a dos santos que, normalmente, son nombrados separadamente.
Bibliografía:
- Isabel Botas San Martín. «Oraciones, ensalmos, conjuros». En Revista de Folklore, Tomo XII-1, Valladolid, 1992.