Riojarchivo

 

Título: Jotas de ronda XVI
Clasificación: Cancionero
Localidad: San Vicente de Munilla
Informante: Jesús Ocón Santolalla (25-12-1945), Antonieta Larrea Uruñuela (guitarra)
Recopiladores: Javier Asensio García, Helena Ortiz Viana, Marisol Larrea Uruñuela
Lugar y fecha de recogida: Alberite, 14 de septiembre de 2023

 

Ay, morena sí,
ay, morena no,
si tú tienes huerto,
jardín tengo yo. (Estribillo, hexasílabo)

Con el permiso de Dios
y licencia del alcalde
daremos una ronda
sin ofender a nadie.

A la fragua me arrimé
a preguntarle al herrero
a ver si me podía hacer
unos diamantes de acero.

Por la calle abajo va
un ratón haciendo el cojo
que ha venido de segar
con una raspa en el ojo.

Si el molinero jugara
a la pelota y perdiera
no le faltarían palos
a la pobre molinera.

Las dos hermanitas duermen
en una cama de acero,
mucho quiero a la pequeña
y por la mayor me muero.

Virgen sagrada de Arriba,
que estás puesta en El Cerrillo,
a los hombres danos agua
y a las mujeres marido.

Esta es la plaza, señores,
esta es la plaza y no hay otra,
donde torean los toros
y se juega a la pelota.

A la entrada’e San Vicente
hay una piedra redonda
con un letrero que dice
vivan los que van de ronda.

Unos ojos negros vi
en una cara morena,
si no son para mí,
que se los coma la tierra.

Cuando paso por tu puerta
cojo pan y voy comiendo
para que no diga tu madre
que con verte me mantengo.

Cuando paso por tu puerta
tu madre me dijo feo
y otra vez que me lo diga
saco la chorra y la meo.

Se lo pedí a una casada
que venía de regar,
me dijo la condenada:
¡qué fresco lo quies pillar!

Si yo tuviera dos mulas
y cebada para echarles,
tierra para cultivar,
ya me querrían tus padres.

Y aunque tu padre me dé
el burro y la burra blanca
no me casaré contigo
porque eres estrecha de ancas.

Vamos a la cama, mozos,
que las estrellas van altas
y la luz del día viene
anunciando la mañana.

¡Ay, qué cuesta tan penosa,
que al subirla me reviento!,
pero hay una morena
que me ayuda con su aliento.

Llevaban una guitarra,
llevaban un acordeón,
y también un clarinete
y también un regador.

Jesús aprendió estas coplas con su tonadilla específica un día que oyó que había ronda en el pueblo y encerró las ovejas antes de tiempo para unirse a la fiesta. Fue de las últimas ocasiones en las que salió la ronda de los músicos por las calles. Hoy día es también una de las últimas, de las pocas oportunidades que nos quedan de grabar jotas de ronda cantadas de viva voz por quienes participaron en ellas, así que estos testimonios son cada vez más valiosos.

Los hombres de San Vicente tenían un gusto especial por la música y algunos sabían tocar bien varios instrumentos, entre ellos destacó Adolfo Pellejero con su clarinete. Otro vecino tocó una regadera metálica a la que le sacó un sonido aflautado de una sola nota.

Bibliografía:

  • Abel Marrodán Pellejero, San Vicente de Munilla, la aldea abandonada y sus gentes, Edición del autor, Logroño, 2006.