Riojarchivo

 

Título: Cristo se despide de su madre III
Clasificación: Romancero
Localidad: Lagunilla de Jubera
Informante: Hombres del pueblo
Recopilador: Javier Asensio García
Catalogación: Sin catalogar
OTIT: Al despedimiento de Cristo y la Virgen; Los dos más dulces esposos
Lugar y fecha de recogida: Lagunilla de Jubera, 6 de abril de 2023

 

Los dos más dulces esposos,      los dos más tiernos amantes,
los mejores Madre e Hijo,      porque son Cristo y su Madre.
Tiernamente se despiden,      tanto que solo en mirarse
parece que entre los dos      se están repartiendo el cáliz.
Hijo, -le dice la Virgen-,      ¡ay! si pudiera excusarse
esta llorosa partida,      que las entrañas me parte.
A morir vais, Hijo mío,      por el hombre que criaste;
que ofensas hechas a Dios      sólo Dios las satisface.
No se dirá por el hombre:      «quien tal hace que tal pague»,
pues que Vos pagáis por él      el precio de vuestra sangre.
Ya sienten vuestros azotes;      porque vuestra tierna carne,
como es hecha de la mía,      hace que también me alcancen.
Mirando Cristo en María      las lágrimas venerables,
a la Emperatriz del cielo      responde palabras tales:
-Dulcísima Madre mía,      Vos y yo dolor tan grande
dos veces le padecemos,      porque le tenemos antes.
Con vos quedo, aunque me voy;      que no es posible apartarse
por muerte ni por ausencia      tan verdaderos amantes.
Madre, yo voy a morir,      porque ya mi Eterno Padre
tiene dada la sentencia      contra mí que soy su imagen.
Por el más errado esclavo      que ha visto el mundo, ni sabe,
quiere que muera su Hijo;      obedecerle es amarle.
Para morir he nacido;      El me mandó que bajase
de sus entrañas paternas      a las vuestras virginales.

Al margen de las concurridísimas procesiones de las ciudades riojanas y de los mediáticos Picaos de San Vicente de la Sonsierra hay otras procesiones de pequeñas localidades que guardan con sencillez sus procesiones. En muchos pueblos no salen en procesión más que dos imágenes, la de Cristo portando la cruz y la de la Virgen dolorosa tras él. El dolor de la madre tras los pasos del hijo que va a morir en la cruz es un asunto que ha conmovido mucho la piedad cristiana. La adhesión de los fieles a su religión se basa más en emociones que en razonamientos teológicos, la tradición lo refleja continuamente. A ello colaboró Lope de Vega, el escritor que mejor reflejó los sentimientos del pueblo español en sus obras, quien mejor conoció el sentir popular y quien con sus obras alimentó aún más esas emociones poéticas y religiosas. Los catorce romances de la pasión que él compuso se cantan en muchos lugares de la geografía española. En La Rioja se mantienen en varias localidades y se perdieron en otras. Las recias voces de los hombres de Lagunilla de Jubera –¡Ay, si hubieras venido hace treinta años!, con los dos grupos de hombres repletos de buenos cantantes como Regino Oliván, hasta cuarenta en cada grupo, eso sí que era bonito de escuchar–, discurren por las calles del pueblo escasamente iluminadas cantando los versos de Lope en dos grupos. Después de dar la vuelta al pueblo y antes de regresar a la iglesia, la procesión se para, las imágenes del Nazareno y de la Virgen descansan en la vaguada, el primer grupo se dirige al cementerio, allí prosiguen los versos, se reza a los difuntos y regresan con el resto de la procesión. La luz de la iglesia, situada en lo alto del pueblo, lo ilumina tenuemente; en su ayuda asoma por la loma de enfrente la luna llena, como queriendo participar en el recuerdo de la muerte del Mesías.
Los hombres dejan de cantar en la puerta de la iglesia, cuando la procesión ha terminado su recorrido.