Riojarchivo

 

Título: La última cena + El discípulo amado III + Las nuevas de la crucifixión llegan a la Virgen II
Clasificación: Romancero
Localidad: Villamediana de Iregua
Informante: María del Carmen San Román Martínez (11-2-1936)
Recopilador: Javier Asensio García
Catalogación: IGRH 0064.1 + 0042.1 + 0404
Lugar y fecha de recogida: Logroño, 26 de marzo de 2003

 

La noche de la pasión,      antes de la madrugada,
el Hijo del Padre Eterno      un convite celebraba.
El convite era del cielo      que hasta la tierra llegaba.
Jesús convidó a los suyos     
y así que los tuvo juntos,      de esta suerte les hablaba:
–¿Quién de vosotros, amigos,      morirá por mí mañana?–.
Se miran unos a otros,      ninguno respuesta daba,
sino por San Juan Bautista,      que por el mundo predicaba.
–La muerte de vos, Señor,      la doy por bien empleada,
cinco heridas mortales      de vuestra sangre sagrada,
la primera son los clavos,      la segunda la lanzada,
la tercera los azotes,      la cuarta la puñalada,
la quinta fue la corona,      toda de sangre mojada–.
Se cruzan por una calle,      con su madre se encontraban.
–¿Dónde vas, hijo querido,      espejo de la mi alma?
–Al Calvario voy, Señora,      que tengo que entregar mi alma
y tengo que cumplir      lo que mi padre me manda–.
Triste y desconsolada      se fue la Virgen a casa
y en una sala muy grande      mil veces se arrodillaba
y a cada instante volvía      los ojos a la ventana.
–¡Jesucristo cuánto tarda!–.
Y en aquel instante vio      San Juan que por allí entraba,
diciéndole a la Virgen:      –¿Cómo estás tan descuidada,
si a vuestro hijo querido      al Calvario lo llevaban?
–¡Oh, qué voces tan amargas      entran por mis oídos,
que me hacen desmayar      y me pasan los sentidos!
Vengan viudas y casadas,      todas que sean de pasión,
me ayudarán a pasar      este muy fuerte dolor–.
El que diga esta oración      en toda una cuarentena
su alma no irá al infierno      por pecadora que sea.
Quien la sabe no la dice,      quien la oye no la aprende,
hasta el día del Juicio      no sabe lo que se pierde.

Magnífica oración la que en su día nos recitó María del Carmen San Román, de Villamediana de Iregua, que es la refundición de al menos tres romances tradicionales sobre la pasión de Jesucristo. Se trata de una de las mejores muestras de romancero religioso que hemos recogido en nuestra tierra.

Publicado en:

  • Javier Asensio García, Romancero general de La Rioja, Piedra de Rayo, Logroño, 2008.