Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo,
bendita tú eres
entre todas las mujeres
y bendito es el fruto
de tu vientre, Jesús.
Santa María, madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte
amén Jesús.
A las ánimas benditas
les venimos a rezar
que las saque Dios de pena
y las lleve a descansar.

En algunos pueblos de la sierra la fiesta de Todos los Santos se celebraba con el canto de un rosario por las calles. Había en ellos, como dice Pablo, algo tétrico pues era por la noche, las calles estaban a oscuras, la tenue luz de dos faroles alumbraba algo a la comitiva y las campanas tocaban a muerto. Solo los mozos varones eran los únicos que salían a cantar y las mozas si aparecían era para arrodillarse ante la procesión. El resto del pueblo quedaba en casa. Era la noche de las ánimas y se suponía que en ese momento las almas del purgatorio salían del cementerio y erraban pidiendo una oración para subir al cielo.

No han sido muchos los pueblos en que se ha celebrado este rosario de Todos Santos, todos en comarcas serranas: Monterrubio de la Demanda, Viniegra de Abajo, Neila, Ventrosa de la Sierra, Villavelayo, Brieva de Cameros, Vadillos de Cameros, Muro de Aguas y Valdemoro de San Pedro. Los mozos eran los protagonistas. A veces coincidía esta celebración con el nombramiento de cargos de la sociedad de mozos. En algunos lugares cenaban y bebían en la iglesia o el campanario y eran ellos los que tocaban las campanas a muerto.

Había algo de valentía compartida en estos actos, una afirmación juvenil de ser capaces de superar el miedo a la noche, la oscuridad, la muerte, las ánimas, y las leyendas de fuegos fatuos y fantasmas.