Pues resulta que de Armejún venía un sastre y cuando venía, pues venía ya anocheciendo, y áhi en Vallejo Labrao, que es un barranco que hay allí muchas zarzas, una zarza se le enganchó a la chaqueta por así, por detrás (con voz lastimera):
–¡Ay, déjame, que no llevo dinero, por favor, no me hagas nada que tengo tres hijos, no me hagas nada!
Y toda la noche. Y la zarza cada vez se enganchaba más.
–Déjame, déjame, que no tengo nada, que tengo tres hijos, no me hagas nada.
Y por la mañana cuando amanece y vuelve la cabeza y ve que era la zarza y dice:
–¡Ayyy!, ¡si es que si hubieas sido hombre, ahora con la tijera te cortaba el pescuezo!

Se trata de un cuento difundido en La Rioja y conocido también en las regiones limítrofes, que suele narrarse como hecho cierto. En este caso se cuenta de un sastre de Navalsaz que regresaba de tomar medidas en Armejún (Soria). Era habitual que los sastres anduviesen los caminos pues pasaban la jornada en la casa del hombre a quien le iba a hacer el traje y no había sastres en cada lugar. Por la mañana salían de su pueblo y por la noche regresaban.
 

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• Javier Asensio García, Cuentos riojanos de tradición oral, Piedra de Rayo, Logroño, 2004.