Título: El guapo Luis Ortiz II |
Mozo robusto y valiente de la edad de ventiún años,
un día estando comiendo su padre se lo ha mirado:
–¿Qué me miras, padre mío, me miras y me has mirado?
–¡Qué te tengo mirar hijo, que ya me pesan los años!,
toma estos cincuenta duros y métete fraile bastardo.
–Padre, con estos cincuenta euros no tengo ni pa calzado.
–Pues toma estos ciento veinte y otros pocos que han sobrado–.
Ya se subió a un boticón a donde estaba acostrumbrado
a comerse buenas truchas y a echarse sus buenos tragos,
al otro día siguiente hubo toros en San Pablo
y de la primera estocada las tripas ya le han sacado.
Hasta ahora solo conocíamos una versión de El guapo Luis Ortiz en La Rioja, concretamente en Foncea, más completa que ésta. Pero la versión de Albelda no deja de tener su interés. La informante duda entre la moneda de los duros, todavía reciente en el recuerdo, y los actuales euros, ejemplo de cómo el romancero puede adaptarse a nuevas realidades, en este caso supliendo una palabra que tiene dos sílabas por otra de la misma medida. Sin embargo, conserva un viejo rasgo local, el boticón, lugar a donde subió el protagonista del romance, palabra que en el habla albeldeña viene a designar las cuevas que en otro tiempo sirvieron como viviendas.
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