Título: Blancaflor y Filomena IV |
Estaba una viejita honrada con dos hijas en la puerta
pasó por allí un galán y a la menor requisiera.
La madre, como discreta, a la mayor le ofreciera
casados o descasados se fueron para su tierra.
A eso de los nueve meses el yerno tiene a la puerta:
–Hallado sea mi yerno. –Hallada sea mi suegra.
–¿Qué tal queda Blancaflor, mi Blancaflor, qué tal queda?
–Buena queda de salud, sola, triste en tierra ajena
ahora os vengo a pedir que me deis a Floriselva
que está en días de parir para que se esté con ella–.
–Pero la habéis de tener como hija y cosa vuestra–.
Le dio palabra que sí aunque el traidor la incumpliera
y en las ancas del caballo la dijo que se pusiera.
Seis leguas iban andando sin hablar una respuesta
más al cabo de las siete de amores la requisiera.
–Mira que te tienta el diablo, mira que el diablo te tienta
mira que soy tu cuñada, hija de tu misma suegra–.
Mas al cabo de las ocho a un monte oscuro la lleva
la ha atao a un tronco de encina, ha hecho lo que quiso de ella
viva le saca los ojos, viva le saca la lengua.
A las voces que ella, daba un pastorcito acudiera
a señas o como pudo papel y pluma le diera
con la sangre de su boca allí ha puesto dos letras.
–La llevaréis, pastorcito, la llevaréis norabuena
mira que si no está en casa, mira que estará en la iglesia–.
Madres, las que tengáis hijas no caséis en tierra ajena
por casar a Blancaflor he perdido a Floriselva.
También puede escucharse en el CD Romancero de la sierra riojana, Música tradicional y cultura oral de La Rioja, volumen 1. Ed. Saga, S.A. EKDP-10.002. Madrid. 1999. Corte 8.